En Nápoles, insigne y famosa ciudad de Italia por su riqueza, hermosura y agradable sitio, nobles ciudadanos y gallardos edificios, coronados de jardines y adornados de cristalinas fuentes, hermosas damas y gallardos caballeros, nació Laura, peregrino y nuevo milagro de naturaleza, tanto que entre las más gallardas y hermosas fue tenida por celestial extremo; pues habiendo escogido los curiosos ojos de la ciudad entre todas ellas once, y de estas once tres, fue Laura de las once una, y de las tres una. Fue tercera en el nacer, pues gozó del mundo después de haber nacido en él dos hermanos, tan nobles y virtuosos como ella hermosa. Murió su madre del parto de Laura, quedando su padre por gobierno y amparo de los tres gallardos hijos, que si bien sin madre, la discreción del padre suplió medianamente esta falta.
Era don Antonio, que éste es el nombre de su padre, del linaje y apellido de Garrafa, deudo de los Duques de Nochera y Señor de Piedra Blanca, lugar que tiene su asiento cuatro millas de Nápoles, si bien su casa y estancia la tenía en dicha ciudad.
Criáronse don Alejandro, don Carlos y Laura con la grandeza y cuidado que su estado pedía, poniendo su noble padre en esto el cuidado que requerían su estado y riqueza, enseñando los hijos en las buenas costumbres y ejercicios que dos caballeros y una tan hermosa dama merecían, viviendo la bella Laura con el recato y honestidad que a mujer tan rica y principal era justo, siendo los ojos de su padre y hermanos, y la alabanza de la ciudad...
Era don Antonio, que éste es el nombre de su padre, del linaje y apellido de Garrafa, deudo de los Duques de Nochera y Señor de Piedra Blanca, lugar que tiene su asiento cuatro millas de Nápoles, si bien su casa y estancia la tenía en dicha ciudad.
Criáronse don Alejandro, don Carlos y Laura con la grandeza y cuidado que su estado pedía, poniendo su noble padre en esto el cuidado que requerían su estado y riqueza, enseñando los hijos en las buenas costumbres y ejercicios que dos caballeros y una tan hermosa dama merecían, viviendo la bella Laura con el recato y honestidad que a mujer tan rica y principal era justo, siendo los ojos de su padre y hermanos, y la alabanza de la ciudad...
Texto de La fuerza del amor
Decía María de Zayas "las almas no son hombres ni mujeres" y yo añado, son personas. Por la igualdad de hombres y mujeres en el mundo.
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